Óyeme.

Odio el primer día en que permití que me tocaras con esas manos que primero juegan y luego abren la puerta que te hace rehuir. Odio que vengas un día a mí y al otro no sepa ni dónde te encuentras.

Nunca debí dejar que, después de todo, tan sólo me rozaras, con esa persuación de seguir haciéndote con la tuya. Porque siempre consigues lo que quieres, porque soy una estúpida que te quiere.

Me da pavor el hecho de cuando te volveré de ver, que ni lo sé porque tú vienes siempre cuando más coraje te dé. Me ahoga recordar el próximo momento que viviremos, y sé que mi valor no será suficiente para hacerte parar. Te fuiste. O tal vez, yo te eché de mi lado, no lo sé.

Acostumbrarme a todo esto, a la idea de que no volverás, que no me quieres, que juegas conmigo, que no soy nada para ti. Es difícil, más de lo que se siente a simple vista.

Debería de ir yo a tí, y decirte una a una las cosas que siento por tí, y después de desahogarme bien, atrapar tu cuerpo, y extrujar cada uno de tus sentidos, y dejarte sin respiración para que sintieses por un momento qué siento yo cada vez que me acuerdo de todo.

“Déjalo, al menos te toca, te besa, lo sientes... conformate con eso.” Esto es lo que dice mi corazón cada vez que noto que comienzas a jugar conmigo.

Y es que te quiero. Te quiero tanto, y de una manera tan especial, que podría estar muriéndome que utilizaría mi última bocanada de oxígeno para pedirte perdón por haberte perdido.

Esto es sólo ganas de expresar dolor, sufrimiento agobiante, y mucho más.

Hoy es un día... bah, de aquellos que cuando intentas analizar las cosas sólo ves piedrecitas por el camino, y el lápiz con el que lo dibujas se queda sin punta por el simple hecho de que todo lo que toco se rompe.

¿Y qué es lo que he hecho siempre? Aguantar.

En definitiva, gasto teclado, gasto tiempo, porque a nadie, realmente a nadie, le va a importar si yo siento una cosa u otra.

Pero no me quejo, ni de esto ni nada de lo que siento, sólo expreso lo que siento. O al menos lo intento.

Odio amarte. Y que no me creas. Quiero gritar al mundo hasta el punto que mis pulmones me permitan, y que me creas cada una de las palabras. Porque tú no crees ni que te quiera, error.

Hasta dentro de un tiempo, esperemos que no mucho más.

Necesito reconstruirme.